Lejos de pretender que la objetividad ascienda a primer valor ético dentro de la profesión periodística, las facultades dedicadas a las ciencias de la información se empeñan—aunque sin rédito alguno—en transmitir a sus estudiantes unos principios deontológicos en los que la verdad ocupa un lugar nada desdeñable.
Según afirman algunos críticos o bloggeros, las facultades norteamericanas de periodismo deberían replantearse reforzar aquellas asignaturas destinadas a instruir moral y éticamente a los universitarios. Todo ello en una década, no ésta, sino la de los 90, en la que los escándalos en medios tan importantes como The New York Times sacuden las redacciones estadounidenses.
El precio de la verdad es una película dirigida por Billy Ray que narra la historia real de Stephen Glass, un joven reportero que trabaja en la redacción de The New Republic, uno de los periódicos más importantes de Washington.
La credibilidad de Stephen Glass termina por derrumbarse cuando se demuestra la veracidad de esta información. Según afirma el propio, y real, Stephen Glass las historias inventadas sólo pretendían atraer a los lectores mediante historias verdaderamente increíbles e impactantes.
Lo que Stephen Glass no parecía conocer en ese instante es que el periodista, lejos de obtener fama y, por ende, dinero, lo único con lo que cuenta es con su credibilidad.
Este es un fragmento de la película El precio de la verdad.